El primer invento checo pasó casi desapercibido

La casa natal de Prokop Diviš, foto: Bohemianroots / CC BY-SA 3.0

Este sábado se cumplen 265 años desde la presentación en público del primer invento checo que más tarde llegó a ser conocido en el mundo entero gracias al estadounidense Benjamin Franklin. Se trata del primer pararrayos, invento del sacerdote, teólogo y científico checo Prokop Diviš, quien lo instaló en el pueblo de Přímětice, cerca de la ciudad de Znojmo, en Moravia.

Repetición del 4/4/2018

Prokop Diviš
Se trataba de una barra metálica de 40 metros de altura sujeta a tierra con tres cables. En lo alto tenía 12 cajas metálicas con cientos de agujas de metal cubiertas de virutas de hierro.

Se trataba del primer pararrayos del mundo, ideado por el sacerdote e inventor checo Prokop Diviš. La verdad sea dicha, la intención de Diviš no era atraer los rayos, sino repelerlos, el equilibrar la tensión entre el cielo y la tierra.

El invento, que tuvo lugar en 1754, tuvo mal final, nos cuenta el astrónomo y astrofísico Jiří Grygar.

“Los experimentos que hizo con su pararrayos eran muy avanzados e independientes de lo que haría Franklin en los Estados Unidos. Sin embargo es interesante que la gente del pueblo, de Přímětice, se lo destruyeron. Es un ejemplo de que ya entonces había supersticiones de este tipo. Lo echaron abajo porque pensaban que el pararrayos tenía la culpa de la sequía”.

La casa natal de Prokop Diviš,  foto: Bohemianroots / CC BY-SA 3.0
El invento de Diviš fue reportado por ejemplo por la prensa alemana, pero en general pasó desapercibido debido sobre todo a la posición del clérigo a medio camino entre la ciencia y la religión. Comenzaba sus artículos con citas bíblicas y apoyaba sus trabajos en desfasadas teorías electroteológicas.

Curiosamente tuvo más éxito su extravagante Denis d´or, un instumento musical con ochocientas cuerdas metálicas, tres teclados y un sistema de pedales, que funcionaba, por supuesto, con energía eléctrica.

El gigantesco piano, que presuntamente imitaba el sonido de otros muchos instrumentos musicales, fue llevado a Viena por petición del emperador, y luego a Bratislava, donde se pierde su rastro. Su diseño y funcionamiento siguen siendo una incógnita. También ideó un primitivo generador eléctrico llamado Elektrum. Puede parecer extraño a nuestros ojos que la ciencia y la religión fueran de la mano en el caso de Prokop Diviš, pero en el siglo de las Luces, incluso la Iglesia había adoptado ya otro punto de vista, indica Grygar.

Jiří Grygar,  foto: Katarína Brezovská
“Los papas de entonces ya estaban muy ilustrados, apoyaban a la ciencia, lo que demuestra que ya entonces, en el siglo XVIII existía un observatorio astronómico en el Vaticano, que además tuvo un papel muy importante en el desarrollo de esta ciencia en el mundo. Tenía una plantilla muy pequeña pero con gente muy preparada, e hicieron un trabajo muy bueno en el Vaticano”.

Diviš llegó a publicar un tratado en alemán, titulado ‘Muy deseada Teoría de la Electricidad Meterológica’, que fue ignorado por la comunidad científica, y más tarde calificado como “una obra de fantasía” por el científico danés Johannes Nikolaus Tetens.

La atracción de Diviš por un campo como la electricidad es perfectamente compatible, incluso explicable, desde su fe, agrega Grygar.

Hay gente que es más creyente en lo sobrenatural, en el creador de la Creación o Dios, y estos son precisamente casi siempre matemáticos, astrónomos o físicos. Se dedican a las cuestiones más básicas del mundo, y gracias a eso ven cómo estamos indefensos, saben que del inicio no podemos saber nada y que la mera existencia es puro misterio”.

Una reconstrucción del pararrayos de Prokop Diviš se alza ahora en las cercanías de la casa de Přímětice donde vivió, cerca de Znojmo. Es perfectamente capaz de atraer los rayos y disipar su energía conduciéndola hacia el suelo.